V Congreso Internacional Pioneros de la Arquitectura Moderna Española: El proyecto del habitar
El alma de la máquina en una residencia para religiosas.
Residencia y casa de acogida de las Madres Reparadoras en Segovia,
del arquitecto Leopoldo Moreno, 1975.
El alma de la máquina en una residencia para religiosas.
Residencia y casa de acogida de las Madres Reparadoras en Segovia, del arquitecto Leopoldo
Moreno, 1975.
González Pérez, Carlota
Resumen:
Toda lectura que se haga de obras arquitectónicas de referencia del Movimiento Moderno, muestra la
correcta integración entre la arquitectura y sus contextos físico y emocional: con el programa, el lugar, la psicología del que habita, su sentido de estancia, etc. Aun cuando estos contextos entran en
contradicción con los postulados de industrialización, seriación, replicación, etc.; conceptos que podrían conducir a la alienación de la arquitectura. Y es esta integración la que dirige la correcta composición de todos los elementos de la caja de construcción, consiguiendo una máquina de habitar con alma inmaterial,contenida en la armonía entre la arquitectura y sus contextos.
Como una de esas referencias tómese la residencia y casa de acogida de las Madres Reparadoras en
Segovia, obra de 1975 del arquitecto Leopoldo Moreno. Una máquina que trasciende del habitar a lo
místico, encerrando una función en la que la coherencia de la arquitectura con sus contextos parece más irremediable; en la que lo espiritual es una función más del programa.
Un programa en el que la rutina y el desconcierto se convierten en necesidades programáticas, una rutina que sirve para tomar conciencia de lo próximo y de lo lejano, que se muestran desconcertantes. Rutina y desconcierto son perpetuos en la vida de las religiosas de la casa, pero esporádicos en la de los huéspedes. Sin embargo, es igual de sustancial para ambos, cuyas rutinas se cruzan, pero no se
mezclan, en espacios llenos de sentido.
Un programa que exige la combinación coherente de los espacios terrenales, como son las cuatro
decenas de celdas habitacionales y sus respectivos espacios auxiliares, de convivencia obligatoria; con los otros espacios místicos, los de oración y liturgia; y para lo que la escala y los recorridos sensitivos se convierten en aliados.
El volumen resultante convive con dos elementos de fuerte memoria; al oeste, la iglesia románica de San Clemente, y al este, la extensión de terreno, labrado durante siglos, que deja la impronta del uso
conventual que siempre ocupó este solar. Espacios divino y terrenal que quedan separados y conectados por ese nuevo volumen, que articula el conjunto a través del deambulatorio de una tipología conventual deconstruida, de mediana escala, que se desarrolla longitudinalmente en dirección norte-sur, tangente a sendos elementos.
Un deambulatorio que se abre al oeste, materializándose gradualmente hacia el norte, hasta ocultar las celdas habitacionales contenidas en sus dos alturas, cuando entra en contacto con la realidad urbana.
Desmaterializándose al aproximarse a la iglesia, al sur, zona en la que se concentran los espacios
místicos y de convivencia. Y generando hacia el oeste la serie de espacios que se abren al terreno
cultivado, hacia donde se muestra una fachada unificada que permite leer las celdas a través de la rutina de hormigón y luz.
Un hormigón que solo es interrumpido por la luz, que se desnuda como símbolo de respeto a sus
contextos, que se modula y repite, como símbolo de rutina, reflejando la función habitacional como suma de celdas, reflejando el ritmo de una tipología conventual.
Palabras Clave: Leopoldo Moreno, Residencia de las Madres Reparadoras, Segovia, tipología
conventual, organicismo.
Comunicación:
Lámina 1: Fachada a la calle (Este). Fragmento de ábside
románico a la derecha de la imagen. Foto de la autora.
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Contextos:
El interés de esta obra radica, fundamentalmente, en la influencia de los contextos sobre la forma del edificio. Unos contextos que van desde lo físico a lo psicológico, que son la rutina serializada, interrumpida por el silencio de la oración, indiferente a la vida pública, pero profética por su mera existencia, que se hace efímera y eterna, a la vez, al contextualizarse sobre su emplazamiento, de fuerte memoria, en el casco histórico de la ciudad, extramuros, en la parte baja de lo que correspondería al arrabal Grande o del Mercado, y próximo a la plaza del Azoguejo.(2)
En una ciudad que nace para contener la palabra de Dios, y desplazar a las hordas de infieles que ocuparon la península, y como tal, se erigió como ciudad profética, a través de la imagen de templos y conventos, los que ocuparon, estos últimos, grandes superficies de terreno y marcaron y marcan, en gran medida, la traza de la ciudad que parece haber quedado embalsamada, con el sopor de haber pasado de puntillas por las grandezas y tragedias de la Revolución Industrial. Algo que se hace patente en su arquitectura contemporánea, que parece negar la existencia de una posibilidad racional y/o expresiva, de una posibilidad de libertad interpretativa, más allá de los cánones clásicos adoptados por el estilo regionalista que la monopoliza, y ante lo cual esta obra de la residencia para religiosas introduce “un factor de extrañamiento” (Renato de Fusco, 1975)(3)
En el mismo emplazamiento de esta nueva residencia para religiosas, de especiales características derivadas de su forma, extensión y topografía, hubo una suma de casas que se apilaban al oeste del solar, alineadas a la vía pública, a lo que es la calle Gobernador Fernández Jiménez, dejando una importante superficie de terreno labrantío al este, hacia el interior de la parcela, ocupado por huertas(4) Casas que se adosaban, en tres de sus cuatro costados, a una de esas iglesias románicas que, entre otros aspectos, le valió a Segovia el título de ciudad Patrimonio de la Humanidad.(5)
El templo románico, propiedad del obispado, se encontraba bajo el usufructo y cuidado de las religiosas, y, literalmente, enquistado en el conjunto de edificaciones que conformaban el convento original. El nuevo edificio debía incorporar en su conjunto este templo, que seguía en usufructo de las religiosas, y emplazarse respetando la antigua casa que se demolería una vez la nueva fuera habitable. Tras el traslado de la comunidad al nuevo edificio, la parte de la finca en la que se asentaba el antiguo convento, justo el frente a la vía pública, se vende para financiar las nuevas obras.(6)
“Con el planteamiento de este nuevo convento, se desea también liberar la Iglesia de San Clemente de los cuerpos de edificio que hoy día están adosados a ella y que perturban su unidad arquitectónica e imposibilitan su estudio y contemplación”.(7) (Moreno, 1973)
El nuevo edificio incorporaría la rutina y el silencio de la oración, la imagen profética, el templo y el terreno labrantío, al que se sumaría un pequeño volumen que quedó edificado al este de la parcela, sobre el terreno de huertas, de entramado de madera y ladrillo, como todos aquellos que fueron tatuados a lo largo de la ciudad hace menos de dos siglos.(8) Quedando este volumen, que siendo interior no necesitó de ornato y revoco, como vestigio del aspecto original de la generalidad de estas edificaciones medievales que ocupaban la ciudad histórica.
Estos contextos, de tan fuerte identidad, hacen de esta obra una actuación sobre el patrimonio material e inmaterial de la ciudad, un ejercicio comprometedor que requiere de un gran compromiso para ser resuelto. Este compromiso envuelve al arquitecto en la obsesión de poner en valor el templo románico, que había permanecido escondido, convirtiéndose el templo en elemento director de la composición del conjunto, llegando a darle la propiedad de intervención urbana.
Como Intervención urbana, contradecirá su contexto arquitectónico más inmediato, haciéndose invisible y presente a la vez, introvertido y profético, por incorporar ese “factor de extrañamiento”. Inserta en el entorno de la Avenida del Acueducto, antes Fernández Ladreda,(9) de fuerte presencia regionalista, la residencia de las religiosas se convertirá en un ejemplo interpretativo de la ciudad histórica a través de un lenguaje de vanguardia historicista.
Brillantez silenciosa de Leopoldo Moreno:
Cierta brillantez silenciosa ilumina esta obra de la residencia para las religiosas del arquitecto Leopoldo Moreno de Porras-Isla, un arquitecto desconocido, pragmático y polifacético, artista plástico y emprendedor, con una dilatada experiencia en intervenciones en edificios y centros históricos. Aunque es difícil encontrar entre su obra ejemplos de revista, este, de la residencia para las religiosas, junto con algún otro, podrían inscribirse en la tendencia del organicismo madrileño.
Ciertamente, la insignificancia cuantitativa de las obras de este arquitecto que incorporen un lenguaje moderno, y la indiferencia que el nuevo volumen de esta residencia muestra hacia la vía pública, introvertido y preocupado por poner en valor el templo incorporado en la nueva edificación, hace que esta, al igual que ocurre con alguna otra del arquitecto, hayan pasado desapercibidas a cuantos han indagado sobre este tema.
Más allá de la insignificancia cuantitativa de los resultados modernos aportados por Leopoldo Moreno, la calidad de esta obra es incuantificable. Mantengo la hipótesis de que su inquietud, en el momento de redactar este proyecto, se encuentra alimentada por la proximidad que tuvo a Curro Inza poco tiempo antes, a través de la colaboración que mantuvieron en la fase inicial del proyecto para un colegio en “El Pinarillo”, Segovia.(10)
Esta colaboración le llega a Leopoldo tras terminar de edificar otro colegio en el mismo emplazamiento, el de los Hermanos Maristas (Lámina 2). Contradice mi hipótesis anterior que en este colegio pueden leerse referencias organicistas que después empleará en la residencia, como es la analogía con el contexto o los espacios curvos hexagonalizados. Una vez terminado este colegio, que llamaremos número uno, se le hace a Inza un segundo encargo en la ciudad,(11) un segundo colegio, próximo al anterior, imponiéndole la colaboración con Leopoldo Moreno; con quien ya mantenía algún tipo de relación personal;(12) atendiendo a la corrección que mostraba el colegio número uno, con intención de que el resultado fuera equivalente.
La colaboración terminó rompiéndose. El planteamiento del nuevo colegio, fuertemente alimentado por las ideas personalistas de Inza, se alejaba, cada vez más, del logrado en el colegio número uno. Según la lectura que hace el propio Leopoldo a cerca del resultado,(13) finalmente se materializaron dos edificios de un lenguaje totalmente diferente. En cambio, la lectura objetiva que puede hacerse es que existe cierta influencia de los planteamientos empleados en el colegio número uno sobre el número dos.
Leopoldo plantea, en el colegio número uno, una ciudadela que se enfrenta a las murallas de la ciudad histórica, en una posición dominante.(14) De alguna manera, una interpretación del carácter defensivo del contexto al que se enfrenta, mientras que el colegio número dos replica en su envolvente, a modo de analogía, el perímetro de la muralla.(15) Puede aclararse que lo que contradijo a Leopoldo fue la “permeabilidad que empezaba a mostrar la envolvente del colegio” (Moreno, 2018)(16) número dos, considerándolo como error interpretativo. Discrepancias aparte, nótese como existe ese paralelismo en la interpretación que ambos edificios hacen de su contexto, por lo que, de alguna manera, Leopoldo Moreno, tras su experiencia en el colegio número uno, sí dejó su impronta en el colegio número dos resultante a través del ejercicio interpretativo de la ciudad histórica a la que se muestra, y la solución de diálogo adoptada.
Por su insignificante aportación desde el punto de vista cuantitativo, es muy difícil establecer relaciones proyectuales. Lógicamente, analizando las conocidas, existe paralelismo con Wrhigt y Aalto, dado sus fundamentos organicistas, y, por otro lado, existiría cierto paralelismo con Kahn, por la interpretación y reinterpretación de la ciudad histórica, por “wanted to deal with beginnings”.
“Kahn was trained in a clear order, the order of the Beaux-Arts, at the University of Pennsylvania (…) Then he lost that order. He lost it so completely that he forgot what it was that he'd lost. And then he had to find it again, but he had to find it on his own new terms so that he could believe, deep in his soul that he was inventive, that he was, in a sense, making it all up himself”.(17) (Scully, 1993)
En los ejemplos que pudiéramos catalogar como organicistas, alimentados por el contexto, incorpora componentes emocionales en paralelo a los racionales, apareciendo así la continuidad y la crítica propia de la tercera generación.
Su implicación con la arquitectura se materializa en uno de sus grandes proyectos como emprendedor, su intención frustrada de fundar una escuela de arquitectura en Segovia. Para ello, adquirió, junto con su padre, el edificio que fuera Casa de la Moneda, que durante una década rehabilitó y guardó, mientras preparaba el proyecto para la fundación de la escuela, en la que ya se contaba con Javier Carbajal como director.(18)
Este proyecto se frustró, desde varios puntos de vista, apartándolo de la arquitectura durante un tiempo. El ayuntamiento quiso adquirir este edificio y lo expropió, no sin muchos desacuerdos, al punto que cuando, posteriormente, se convoca el concurso para la conversión del edificio en el museo que es hoy, Leopoldo se vio obligado a participar, por los lazos emocionales que lo vinculaban a él, de forma anónima, por las discrepancias con el ayuntamiento, y en colaboración con amigos. Dado su gran conocimiento y vínculo emocional con este edificio, el proyecto que se llevó a cabo es el presentado por este equipo de amigos de Leopoldo.
Lámina 2: Alzados
del colegio de los Hermanos Maristas en Segovia, Leopoldo Moreno, 1972.
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Cierta brillantez silenciosa ilumina esta obra de la residencia para las religiosas del arquitecto Leopoldo Moreno de Porras-Isla, un arquitecto desconocido, pragmático y polifacético, artista plástico y emprendedor, con una dilatada experiencia en intervenciones en edificios y centros históricos. Aunque es difícil encontrar entre su obra ejemplos de revista, este, de la residencia para las religiosas, junto con algún otro, podrían inscribirse en la tendencia del organicismo madrileño.
Ciertamente, la insignificancia cuantitativa de las obras de este arquitecto que incorporen un lenguaje moderno, y la indiferencia que el nuevo volumen de esta residencia muestra hacia la vía pública, introvertido y preocupado por poner en valor el templo incorporado en la nueva edificación, hace que esta, al igual que ocurre con alguna otra del arquitecto, hayan pasado desapercibidas a cuantos han indagado sobre este tema.
Más allá de la insignificancia cuantitativa de los resultados modernos aportados por Leopoldo Moreno, la calidad de esta obra es incuantificable. Mantengo la hipótesis de que su inquietud, en el momento de redactar este proyecto, se encuentra alimentada por la proximidad que tuvo a Curro Inza poco tiempo antes, a través de la colaboración que mantuvieron en la fase inicial del proyecto para un colegio en “El Pinarillo”, Segovia.(10)
Esta colaboración le llega a Leopoldo tras terminar de edificar otro colegio en el mismo emplazamiento, el de los Hermanos Maristas (Lámina 2). Contradice mi hipótesis anterior que en este colegio pueden leerse referencias organicistas que después empleará en la residencia, como es la analogía con el contexto o los espacios curvos hexagonalizados. Una vez terminado este colegio, que llamaremos número uno, se le hace a Inza un segundo encargo en la ciudad,(11) un segundo colegio, próximo al anterior, imponiéndole la colaboración con Leopoldo Moreno; con quien ya mantenía algún tipo de relación personal;(12) atendiendo a la corrección que mostraba el colegio número uno, con intención de que el resultado fuera equivalente.
La colaboración terminó rompiéndose. El planteamiento del nuevo colegio, fuertemente alimentado por las ideas personalistas de Inza, se alejaba, cada vez más, del logrado en el colegio número uno. Según la lectura que hace el propio Leopoldo a cerca del resultado,(13) finalmente se materializaron dos edificios de un lenguaje totalmente diferente. En cambio, la lectura objetiva que puede hacerse es que existe cierta influencia de los planteamientos empleados en el colegio número uno sobre el número dos.
Leopoldo plantea, en el colegio número uno, una ciudadela que se enfrenta a las murallas de la ciudad histórica, en una posición dominante.(14) De alguna manera, una interpretación del carácter defensivo del contexto al que se enfrenta, mientras que el colegio número dos replica en su envolvente, a modo de analogía, el perímetro de la muralla.(15) Puede aclararse que lo que contradijo a Leopoldo fue la “permeabilidad que empezaba a mostrar la envolvente del colegio” (Moreno, 2018)(16) número dos, considerándolo como error interpretativo. Discrepancias aparte, nótese como existe ese paralelismo en la interpretación que ambos edificios hacen de su contexto, por lo que, de alguna manera, Leopoldo Moreno, tras su experiencia en el colegio número uno, sí dejó su impronta en el colegio número dos resultante a través del ejercicio interpretativo de la ciudad histórica a la que se muestra, y la solución de diálogo adoptada.
Por su insignificante aportación desde el punto de vista cuantitativo, es muy difícil establecer relaciones proyectuales. Lógicamente, analizando las conocidas, existe paralelismo con Wrhigt y Aalto, dado sus fundamentos organicistas, y, por otro lado, existiría cierto paralelismo con Kahn, por la interpretación y reinterpretación de la ciudad histórica, por “wanted to deal with beginnings”.
“Kahn was trained in a clear order, the order of the Beaux-Arts, at the University of Pennsylvania (…) Then he lost that order. He lost it so completely that he forgot what it was that he'd lost. And then he had to find it again, but he had to find it on his own new terms so that he could believe, deep in his soul that he was inventive, that he was, in a sense, making it all up himself”.(17) (Scully, 1993)
En los ejemplos que pudiéramos catalogar como organicistas, alimentados por el contexto, incorpora componentes emocionales en paralelo a los racionales, apareciendo así la continuidad y la crítica propia de la tercera generación.
Su implicación con la arquitectura se materializa en uno de sus grandes proyectos como emprendedor, su intención frustrada de fundar una escuela de arquitectura en Segovia. Para ello, adquirió, junto con su padre, el edificio que fuera Casa de la Moneda, que durante una década rehabilitó y guardó, mientras preparaba el proyecto para la fundación de la escuela, en la que ya se contaba con Javier Carbajal como director.(18)
Este proyecto se frustró, desde varios puntos de vista, apartándolo de la arquitectura durante un tiempo. El ayuntamiento quiso adquirir este edificio y lo expropió, no sin muchos desacuerdos, al punto que cuando, posteriormente, se convoca el concurso para la conversión del edificio en el museo que es hoy, Leopoldo se vio obligado a participar, por los lazos emocionales que lo vinculaban a él, de forma anónima, por las discrepancias con el ayuntamiento, y en colaboración con amigos. Dado su gran conocimiento y vínculo emocional con este edificio, el proyecto que se llevó a cabo es el presentado por este equipo de amigos de Leopoldo.
Lámina
3:
Bocetos para la residencia de las Madres Reparadoras en Segovia, Leopoldo
Moreno, 1973.
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En origen, el edificio albergaría lo que Leopoldo denominaría “tres células base”, una residencia de religiosas con 30 celdas, una casa de acogida y ejercicios con 20 celdas, y un espacio para actividades pastorales. “Cada una de estas partes debería tener independencia con relación a las demás, pero todas ellas habrían de quedar interrelacionadas de manera que formaran unidad y no se perdiera la funcionalidad del conjunto.”(19) Además del programa independiente de cada una de estas células, existía una serie de espacios que, por economía y ecología, eran comunes para todas ellas, y que, como tales, se convertirían en su engranaje.
El resultado, dos “células” habitacionales(20) compuestas por la repetición de celdas. Y una tercera célula, en la que el sistema pierde el rigor de la repetición para pasar de la rutina al desconcierto expresivo. La implantación de estas células se ve fuertemente condicionada por la presencia del templo y la oportunidad de devolverlo a la trama urbana de la ciudad, dejándolo exento.
Además de la presencia del templo, la elección de la implantación estará marcada, por un lado, por la necesaria separación de los diferentes usos, y, por otro, por la búsqueda de la máxima independencia con respecto al trasiego de la vida urbana. En este sentido, teniendo en cuenta la gran superficie de finca de la que se dispone, las células se alejarán lo máximo posible de la Avenida Fernández Ladreda, al este de la actuación, que corre tangente a la portada del templo,(21) respetando, en cualquier caso, una importante superficie ajardinada hacia el interior del solar, al oeste, en la búsqueda de la introversión, y que quedará perfectamente separado de la calle por el muro divisorio que supondrá el volumen edificado.
Paralela y tangente a la fachada sur del templo, comunicando la vía principal de la Avenida del Acueducto con una calle secundaria, la del Dr. Sancho, está la calle Marqués de Mondéjar, perpendicular a la avenida y con fuerte pendiente ascendente desde esta (véase lámina 5). A través de la fuga de esta calle, de muy pequeña envergadura, se asomará el único tramo de fachada del edificio hacia la vía pública, desde la cual se produce el acceso. (Lámina 1 y lámina 2 esquina inferior derecha).
Lámina 4: Bocetos de planta para la residencia.Distribución programática, orientaciones e intenciones |
Lámina
5: Planta
primera del proyecto para residencia.
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Este núcleo es una gran referencia descriptiva de la distribución programática y orientativa del conjunto. Al oeste estaría el acceso, de frente a la avenida, pero separada de ella la longitud del templo. Esa única fachada muestra un edificio de pequeña envergadura dado su ancho y baja altura. Al este, el jardín, hacia el que el edificio mostrará su máxima expresión, hacia donde se podrán leer los espacios de forma holística. Un jardín que se encuentra, debido a las características topográficas del solar, a un nivel superior, por lo que desde la planta baja no habría acceso directo a él, lo que consolida su privacidad, pero sí comunicación difusa a través de una serie de patios ingleses que facilitan la iluminación y ventilación natural cruzada de esta célula.
Al sur, el volumen longitudinal de la casa de acogida y ejercicios que se adosa a la medianería, quedando la fila de habitaciones orientada a norte. Este volumen será el que muestre mayor convivencia con el templo, lo que se resolverá con la incorporación de una claustra en planta baja.
Al norte, el volumen de la residencia para las religiosas, también adosada a medianería, salvo un pequeño tramo que quedaría descubierto hacia la calle secundaria del Dr. Sancho, orientándose la fila de habitaciones al sur.
El conjunto de las tres células, y cada una de ellas por separado, se desarrolla a lo largo de una línea quebrada, con la que se trata de hacer una aproximación a líneas curvas, (véase lámina 4) que se ajusta a las consideraciones anteriores. Estas líneas curvas terminarán encerrando dos jardines, uno al este en estrecha relación con la residencia de las religiosas, y otro al oeste, en relación con la casa de acogida y el templo.
Por otro lado, cada una de las células alcanzará la altura mínima necesaria para el desarrollo del programa, mostrándose reverente con el templo existente. De este modo, la célula nuclear, enfrentada directamente a la iglesia, sube dos alturas que se reflejan en la fachada este, hacia la calle. Esta célula articuladora perderá presencia hacia el jardín interior, hacia el que se abrirá una única altura, quedando la planta baja superada por el desnivel del terreno. (véase láminas 6 y 7)
No existe intención de ajustarse al desnivel del suelo separándose de él, sino, por lo contrario, existe una importante afirmación del terreno, al que el edificio queda incrustado asegurando la autonomía necesaria, e impermeabilidad exterior-interior del conjunto, que, en definitiva, negará la existencia pública, a través de la barrera generada por el volumen resultante.
Las características topográficas también supondrán un ejercicio en sección para las otras dos células, de las que sus plantas bajas siempre quedarán ocultas hacia el testero trasero. La casa de acogida mostrará sus tres alturas hacia el norte, pero solo dos de ellas hacia el jardín trasero. La residencia de las religiosas acomodará su planta baja al desnivel del terreno, por lo que presentará un desarrollo de menor longitud que las plantas superiores.
La planta baja del conjunto, junto con la célula nuclear central, servirán de espacios articuladores, de distribución y de límite de la clausura.
Todo esto es posible, y se compone, en base a la idea fundamental de utilizar el conjunto como escusa para poner en valor el templo románico. Con esta intención el templo queda exento, y funciona de brújula para centrifugar toda la serie de espacios, reflejándose su forma, a través de analogías, en la célula nuclear con la que conforma la axialidad centrífuga del sistema resultante. Nótese en los bocetos (lámina 4) como el ábside de la iglesia servirá como referente orgánico para terminar de dar forma al conjunto, y como, se refleja en el centro del volumen edificado, a modo de bow-window, punto desde el cual se centrifuga el desarrollo, desde este eje axial, contenedor de la expresión, de las sensaciones, a lo largo de una claustra deconstruida, en la que la expresión y sensaciones es una máxima, alejándose hasta tornarse en máquinas de habitar.
Lámina
8: Planta
segunda del proyecto para residencia.
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La máquina
La máquina hace referencia a las células habitacionales que muestran racionalidad constructiva y compositiva, y sencillez proyectual y estructural. Las dimensiones y forma de estas dos células estarán marcadas por la composición, distribución, funcionalidad y dimensiones propias de cada una de las celdas y el corredor distribuidor a las mismas. La unidad celda, que se replica longitudinalmente a lo largo de sendas directrices(22), dispondrá de las dimensiones mínimas para albergar un lavabo, una cama y un escritorio, conjunto que se desarrolla en profundidad, alcanzando unos 4.5 metros de longitud, a lo que habría que sumar el metro de ancho del corredor distribuidor para conocer la dimensión de la modulación en profundidad. En paralelo a los elementos de mobiliario se mantiene un metro de ancho libre y, a continuación, el volumen de armarios compartido cada dos celdas contiguas, alcanzándose un ancho de poco más de dos metros en cada celda.
De este modo, trataríamos con conjuntos de dos celdas siamesas, simétricas entre sí, compartiendo el volumen de armarios, de unos 4.5 m de ancho cada par. Esto provoca que la unidad directora y replicante esté conformada por estas dos celdas simétricas, más el corredor de acceso, que modulará el ritmo constructivo y estructural del conjunto.
La planta quedará modulada a través de la seriación de la unidad celda, quedando el volumen de cada una de las dos células habitacionales subordinado a la forma resultante. El resultado de la seriación mantendrá una lógica común en las plantas destinadas a residencia de sendas células, quedando los usos de ambas plantas bajas, que no se destinan a residencia, subordinados a la superficie resultante.(24)
En cualquier caso, más allá de la sencillez compositiva y constructiva que supone la seriación del conjunto a través de las celdas base, la convivencia con el contexto obliga a modificar la forma longitudinal prismática ideal para cada una de las células, adaptándolas a la forma irregular de la parcela, algo que, además, concilia con el fundamento de cerrar la parcela en su perímetro, garantizando una buena superficie de jardín, para lograr la introspección requerida para la función mística y de recogimiento que impone el uso.
De este modo, aparecerán pliegues e intersticios que no podrán ser asumidos por la célula modular, y que serán una oportunidad para albergar toda esa serie de servicios comunes, como son los aseos, que no están incluidos en la austeridad de las celdas, almacenes y oficios, salas de estar o bibliotecas, incluso se consigue una suerte de capilla, a doble altura, en la célula de la residencia de las religiosas, aumentando su autonomía. Como excepción a toda regla, en los fondos de saco de sendas células de habitaciones aparecerán celdas que no responden a la lógica impuesta por la modulación descrita anteriormente.
Esta lógica modular se refleja en la estructura, resuelta con un sistema unidireccional de pórticos de hormigón armado, y en la fachada, a través de la monotonía de los huecos, en la que se distinguirán el ritmo de las habitaciones siamesas. Sin embargo esta rigurosidad se rompe a través de un ejercicio expresivo consistente en prolongar el jardín sobre la fachada del edificio, como hiciera Higueras en El Oasis, a través de la instalación de jardineras longitudinales prefabricadas ininterrumpidas a altura de alfeizar, en relación con las hileras de celdas. De este modo, cada residente tendría acceso directo al cuidado de un trozo de este jardín vertical, contribuyendo en la expresión resultante.
Lámina
10: Planta
baja del proyecto para residencia.
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Sin embargo, la máquina destinada a casa de acogida, si bien se dispone, igualmente, en el interior de la finca, sin fachada directa a la calle, toma presencia en la vida pública a través de las aberturas requeridas para permitir que el templo quede exento (véase lámina 11). En este volumen se producirá una hibridación entre el racionalismo derivado de la modulación, y la prolongación de la célula nuclear, a través de un deambulatorio en planta baja, que conforma una claustra alrededor del ábside del templo.
La implantación de este deambulatorio, y su relación con los diferentes volúmenes, conectándolos, responde a una lógica similar al del convento de La Tourette de Le Corbusier.
Lámina 11: Vista
de la claustra.(23)
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El alma siempre será la parte más comprometida y comprometedora de la arquitectura, aquella que parece querer contradecir el confort constructivo que brinda la modulación, en beneficio de los sentidos, esto es, en beneficio de la realidad, del contexto. En este caso de lugar de recogimiento y oración, en el que parece obligado poder desvincularse de los elementos más terrenales, el alma y la máquina entran en discusión, la una se dice más adecuada por ser portadora de emociones, pero la otra se dice más coherente, por ser ajena a estas.
En este edificio para la residencia de las religiosas, el alma se concentrará en la célula nuclear, divisoria de sendas residencias, prolongándose a lo largo de toda la planta baja, (véase lámina 10)a modo de deambulatorio, que, como si de un claustro gótico se tratara, es el único elemento que se atreve a entrar en contacto físico con la iglesia románica, haciéndolo con gran sutileza.(24)
La modulación, el confort constructivo, y la rutina alcanzadas en las células habitacionales desaparece, para dar lugar a una asociación de espacios curvos, que terminan encerrándose en hexágonos, y que no muestran rigor estructural. Formas que entrarían en relación directa con los fundamentos de la arquitectura orgánica.
En este núcleo se exprimen los sentidos, aquí es donde la convivencia con el contexto adquiere su máximo esplendor, se vuelve a lo vernáculo, a lo particular, a la expresión orgánica y natural. Fachadas y cubiertas adquieren expresividad.
Aparecen los materiales en bruto, el hormigón se revela respetuoso y reinterpretativo de la piedra caliza del templo, de la piedra caliza con la que se levantaron los símbolos cristianos de la ciudad original y que forman parte de la memoria de la ciudad, tiñéndose de ese ocre característico.
Lámina
12: Pórticos
de madera para resolver el deambulatorio.
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La reverencia hacia la arquitectura vieja lleva a Leopoldo a plantear un deambulatorio casi efímero. Una arquitectura perecedera, de la cual solo quedará el templo románico, reflejando la síntesis de la historia a través de la eternidad de las piedras de la arquitectura, y lo efímero de la madera y la cerámica. Este elemento se convierte en una singularidad, un elemento que conecta todo el conjunto, pero que, desde su fundamento constructivo, es autónomo a él.
El resultado, un elemento de enorme expresividad que queda vinculado a la composición del jardín, en el que se mantiene la misma lógica expresiva.
El elemento director de toda esta lógica expresiva es el ábside del templo románico. A través de él se conformarán una serie de analogías que terminarán reflejándose en ambas fachadas a través de sendos bow-windows, marcando la axialidad del conjunto, a partir de la cual se producirá “la conquista centrífuga del espacio” (Zevi, 1948).(25)
Resultado:
Este edificio, por motivos administrativos, no se construyó en su totalidad. Quedó mutilada una gran parte del volumen de la casa de acogida, quedando reducida a algunos espacios que se destinan a actividades pastorales. El volumen de la residencia de las religiosas sí se construyó , con ciertos cambios de uso. La planta baja se desarrollaría en su totalidad con apoyo a un patio inglés hacia el jardín interior, la planta primera se destinaría a casa de acogida, y la planta segunda a la comunidad de religiosas.
Por otro lado, el deambulatorio, que tiene un fundamento de elemento independiente, si bien se construye todo su desarrollo proyectado, sufrió una modificación al demolerse, posteriormente, el último tramo que lo vinculaba con la iglesia. Este acto es el que supuso la mayor mutilación en el conjunto.
El Congreso Internacional celebra la vanguardia en arquitectura, inspirando mobiliario escolar innovador. La fusión entre diseño moderno y funcionalidad ergonómica crea espacios educativos inspiradores y cómodos para el aprendizaje.
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